10 septiembre, 2024

Pies

Me he movido poco hoy. Caminé de la sala a la cocina, de la cocina a mi cuarto. La inmovilidad obstruye. Siempre lo he pensado. El sedentarismo trae dolor, lentitud, vejez. Lo que siempre he pensado es que envejezco cuando me quedo quieta. O envejezco más rápido. Hay días así, no puedo alejarme de la computadora por trabajo. Desde aquí veo mi biblioteca, en un lomo negro y grueso que sobresale de los demás se lee fácilmente “Rebecca Solnit”, en letras anarajandas. Es su libro sobre el caminar.

Piernas

Una de mis películas favoritas es “De rouille et d’os” de Jacques Audiard, porque explora diferentes maneras en las que nos relacionamos con nuestro cuerpo. Ali es boxeador y su aproximación al sexo es directa y sin filtros. Stéphanie trabaja con su cuerpo por ser entrenadora de ballenas y en un accidente pierde ambas piernas. Yo no soportaba esa ausencia, cuando Marion Cotillard, tirada en el suelo llorando imploraba “Qu’est-ce que vous avez fait de mes jambes? yo lloraba también como si alguien se hubiera muerto. Para ella todo había cambiado, ya no era ella, ya no podía trabajar, ya no podía bailar y ya no se sentía atractiva. La película es una lucha constante por la apropiación y el rechazo del cuerpo, todo al mismo tiempo. Una propuesta que siempre me había parecido completa y vertiginosa. Hasta que Bellatin, el escritor manco con conocimiento de causa escribe: “Parecía incapaz de soportar el sufrimiento que se producía en un espacio que era ahora ajeno a su cuerpo, en el lugar vacío que había dejado la pierna mutilada. Hay un dolor más primitivo entonces, un dolor que hay que engañar ya sea con prótesis o con espejos. Tener ahora un espacio ajeno, ¿será otra especie de huésped?

Vientre

 Siempre me gustaron las historias de desdoblamientos, esas en donde una persona le surge un alien del estómago o le crece un hermano siamés a sus espaldas.” Así empieza la novela de Guadalupe Nettel. Yo había tenido por un tiempo un alien en mi estómago, al menos por unos meses. Estaba en el cine viendo una película de acción y hubo un ruido muy fuerte, algún disparo o alguna persecución. En ese momento el alien que llevaba dentro se despertó, pasó su codo por todo mi vientre, lentamente, de un extremo al otro. Era la primera vez que lo sentía y que veía ese abultamiento ajeno a mi cuerpo moviéndose sin mi control, estirando mi piel, desplazando mis órganos internos, desdoblándome sin que yo pudiera hacer nada al respecto.

Cadera

La cadera es una de las partes más pesadas, girarla hace que el cuerpo tenga más potencia, así que es una herramienta -al igual que las piernas-, que no hay que olvidar utilizar, nosotras las mujeres, en momentos de peligro.

Puños

Salgo de un espacio seguro. Camino en zigzag cuidando mis espaldas. Cuatro cuadras después lo siento en el cuello. Se me tensa la mandíbula. Miro rápido a la izquierda, se me tensan los puños. Avanzo hacia mi diagonal derecha con el estómago duro y mis puños a la altura del pecho. No veo a nadie. Sigo caminando en zigzag sin dejar de mirar a mis espaldas. Finalmente me alcanza. Me lo quito de encima con el hombro derecho. Intento ser más contundente con el codo izquierdo. Pero me atrapa del brazo.  Me suelto de un jalón. Tomo impulso para romperle la nariz con mi mano derecha extendida, así es como se golpea. Con todo el cuerpo. Tiemblo.